Como sabéis, en Madrid estos días ha habido una bajada de temperaturas (no muy exagerada) pero por la noche la sábana no te la quita nadie y hay algunos que hasta con edredón! Pues ayer, como hacía fresquito, se me ocurrió hacer para cenar unos churros. Tras el desastre de mi manga pastelera, inventé una con bolsas para guardar alimentos, cosa que dio resultados catastróficos. Así que me apañé como pude y me puse manos a la obra.
Necesitamos:
* 200 gramos de harina
* 200 ml de agua
* 3 gramos de sal
Fácil y sencillo, la misma proporción de agua que de harina. Se pone a cocer el agua con la sal, cuando empiece a romper se le añade la harina y se remueve hasta que quede una masa consistente. Se vuelca la masa sobre la superficie en la que trabajaremos, ya sea un plato, la encimera, una bandeja... y se amasa bien hasta que nos quede una masa elástica y moldeable.
Metemos la masa en la manga pastelera (o si es una churrera, mejor que mejor) y vamos haciendo tiras, cortándolas y dándoles la forma que queramos. Yo he incluido una espiral en cuya terminación tiene un corazón, aunque también he hecho palos y la forma típica del churro.
Para terminar, ponemos una sartén con abundante aceite con el fuego al máximo, para que se queden dorados por fuera y blanditos por dentro. ¡Cuidado porque pueden saltar!
Y ya está. Como no soy una gran amiga del chocolate a la taza, lo sustituí por un buen vaso de leche con colacao.
Quien come y canta... algún sentido le falta
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